3 de abril de 2013

Curtis McToro: Una mala idea


Curtis McToro era un hombre alto, de aproximadamente 1,90. Bastante corpulento, de esos a los que se le dice: <<estás fuerte>>, cuando se les quiere decir, <<estás gordo>>.
Curtis era un tipo inteligente y astuto,
cosa que le venía muy bien al ser abogado. Llevaba ya 2 años ejerciendo pero eso no se consideraba apenas experiencia para este campo. Digamos que las cosas no le iban mal…
Apenas faltaban tres días para que le concedieran las vacaciones cuando una llamada irrumpió en el despacho. Era la voz de un hombre mayor que pedía accesoria jurídica.
Curtis le facilitó la dirección donde se encontraba su bufete pero el señor insistía en que le enviaran un informador a casa debido a que se encontraba en silla de ruedas y le era muy difícil llegar al lugar indicado. Finalmente Curtis accedió.
Ya eran las seis de la tarde cuando Curtis acudió a la cita del misterioso señor. Tocó el timbre. Poco tiempo después abrió la puerta un hombre bajito, de unos 60 años, demasiado abrigado para el tiempo que hacía. Le invitó a entrar.
Era una casa bastante moderna para el tipo que vivía allí; con su tele de plasma, un gran home cinema y bastantes espejos….Es lo que alcanzó a ver nada más entrar. El misterioso hombre, que se presentó como Carl, le ofreció algo de beber y este aceptó.
Curtis escuchó unos fuertes golpes y se despertó algo asustado. Sentía un dolor indescriptible en la cabeza. Se quedo perplejo durante unos segundos, que para él fueron minutos. Se sintió tumbado. Giro la cabeza y miro a su alrededor, localizó un váter y una bañera. Llegó a la conclusión de que se encontraba en un baño. De repente su corazón se puso a mil por hora, pensó en varias palabras; pesadilla, muerte, sangre, dolor…Se puso como loco. De repente sonó un fuerte golpe en la puerta. Susto de muerte. Casi notó como se le paraba el corazón.
— ¿Curtis?... ¿Curtis?...
A medida que le llamaba, la voz iba alargando la ¨u¨¨ en tono burlón. La voz paró y al segundo gritó..
— ¡Curtis!
La luz se apagó. Las pupilas de Curtis se agrandaron para intentar ver lo mejor posible en la oscuridad, lo cual fue inútil debido a la oscuridad absoluta que allí había. Curtis escucho la puerta y vio como entraban unos rallos de luz por ella. La puerta se estaba abriendo. Alcanzó a ver una sombra. Una figura bajita y rechoncha. Enseguida le vino a la cabeza la llamada a su bufete, la entrada a la casa…, el señor que le atendió….<<¿Pero, y la silla de ruedas?>>. La sombra se acercó hacia él con algo en la mano en forma de palo. Le golpeó repetidas veces en el cuerpo y la cara. Llego un punto en el que Curtis ya no sentía dolor, solo ganas de morir. Cuando cesó la paliza Curtis se desmayó.
— ¿Curtis?...¿estas vivo aún?—dijo insistentemente el hombre. Tras no hallar respuesta se sintió molesto. —Cada vez duran menos. Ya no tiene tanta gracia, necesito algo más fuerte—se dijo a sí mismo.
Mientras, arrastró el cadáver hacia su salón, y se dirigió a la cocina. Estuvo un buen rato. Cuando regreso con un gran cuchillo carnicero en mano solo vio sangre, ni rastro del cadáver.
—    Pero donde…
Sonó el cráneo del hombre…
Dejó caer el cuchillo, callo de rodillas y se desplomó. Tras él estaba Curtis con un palo de hierro con el cual golpeó a su agresor. Curtis se quedó inmóvil unos segundos y salió corriendo del salón, llegó a la puerta, la abrió y corrió todo lo que pudo calle abajo.

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