3 de abril de 2013

Chelsea Dawson: Nada es lo que parece


Eran alrededor de las tres de la madrugada cuando sonó el teléfono. A duras penas me levante de la cama y me arrastre hasta él.
— ¿Diga?
— Chelsea, a pasado algo —era mi amiga Martha.
— ¿Qué? ¿Qué ha pasado? —dije preocupada.
Martha me contó que mi prima Sophie estaba en el hospital. Me lo contaba muy alterada y apenas alcancé a entender lo que había pasado. Por lo visto Sophie estaba en el coche de su novio, y le habían atracado. También dijo algo de que alguien había muerto pero no entendía nada.
—A ver Martha, no entiendo lo que me dices, dime en que hospital está.

—En el Santo Guardián, ven en cuanto puedas, no se a quién más llamar.
— ¿Ya han avisado a sus padres?
—Si, pero están…
—Lo sé, no volvían hasta después del puente… ¡En nada estoy allí!
Los padres de mi prima habían aprovechado el puente para irse a su casa en el campo. Me imagino lo asustados que estarán en este momento. Supongo que vendrán de camino. De la casa de campo al hospital había unos treinta kilómetros.

Cuando salí de casa note que hacía un frío polar, entonces, decidí volver a casa en busca de una chaqueta. Me sentí un poco egoísta ya, que mientras yo me preocupaba por el frío, mi prima estaba en el hospital, a saber en qué condiciones. Volví a salir lo más rápido que puede y tardé como diez minutos en encontrar un taxi. Tendría que haberlo llamado desde casa. En poco menos de veinte minutos estuve en el hospital, en la zona de urgencias. No estaba muy lleno, la verdad. Había una señora con su hijo que, por lo visto, tenía mucha fiebre. También estaba un chico con la camiseta llena de sangre y un vendaje en el brazo izquierdo. Del resto de personas ni me percaté. Ya en la sala de espera busqué con la mirada a Martha y, como no la encontré, decidí llamarla.
—Oye, ¿Dónde estás?
—En la sala de espera.
—Pero si estoy en la sala de espera, ¿Me ves?
—No…a ver, yo estoy en la sala B.
—Vale, ¡Voy! —yo me encontraba en la sala A.
Cuando por fin encontré a Martha, tenía una pinta horrible. Debía haber estado todo este tiempo llorando, se le notaba por la rojez en sus ojos. La verdad es que era más amiga de mi prima que de mí.
Mientras esperábamos a que nos diesen noticias sobre Sophie, Martha me contó lo que había pasado. Por lo visto, estaban Sophie y su novio parados con el coche en un semáforo, cuando unos chicos les apuntaron a través de las ventanas con pistolas. Les obligaron a salir y les robaron cartera, bolso y coche respectivamente. Max, que era el novio, corrió tras el coche y estos comenzaron a disparar. Al parecer, le alcanzó una bala y murió al instante.
Mientras me enteraba de lo sucedido entraron mis tíos, los padres de Sophie. Estaban muy nerviosos y llorando. Enseguida se acercaron a nosotras en cuanto nos vieron. Querían ver donde estaba su hija y finalmente los médicos les dejaron pasar a verla. Nos dijeron que a Sophie le había rozado una bala pero que se encontraba bien. Martha y yo nos quedamos en la sala de espera para dar algo de intimidad a mi prima y a mis tíos, aunque mi amiga quería entrar a ver a mi prima.
Cuando estábamos esperando a que saliesen mis tíos, se escucho de fuera a la ambulancia, luego, entraron tres oficiales de policía y un chico en una camilla empujada por los médicos a toda prisa. Vi que los policías se acercaban al mostrador de información y seguidamente hacia nosotras.
—Buenas noches. ¿Alguna de vosotras es familiar o conoce a algún familiar de Sophia Greek Dawson?
—Si, yo soy su prima —respondí —, pero sus padres están dentro con ella.
Enseguida los policías se dirigieron hacía el pasillo por donde entraban los pacientes, Martha y yo suponíamos que le tenían que tomar declaración, a  si que continuamos esperando en la sala. Al poco rato salieron mis tíos, pero esta vez sus caras expresaban desconcierto. Me acerque a ellos y les pregunté por mi prima. Pronto iba a entender todo.
—No se lo que pasa —me decía mi tío con voz entrecortada —, esos policías nos han dicho que tienen que interrogar a solas a Sophie, que está metida en un delito de robo a mano armada y no se que cosas más…No entiendo nada.
Mientras, mi tía lloraba desconsoladamente.
Estuvimos esperando expectantes como media hora, luego salieron los dos oficiales de policía con Sophie a la cabeza, esposada. Uno de ellos se acercó, mientras, el otro se llevaba a mi prima.
— ¿Me pueden acompañar por favor? —dirigió el oficial a mis tíos unos pasos más adelante para poder hablar más en privado.
Mientras hablaban Martha me preguntaba continuamente de que estaban hablando, como si yo lo supiera. Intenté afinar el oído y por lo que pude entender no era nada bueno. Por lo visto, los asaltantes eran mi prima y su novio. La historia que le contó mi prima a Martha era más bien al contrario. Al parecer, la victima, en un forcejeo, disparo el arma que llevaba Max y la bala le perforó el pecho. Nunca me había caído bien ese Max, sabía que estaba metido en cosas raras y al final tuvo lo que había estado buscando insistentemente por el tipo de vida que llevaba.
Finalmente mis tíos se fueron con la policía, Martha y yo cogimos un taxi. En el camino comentamos lo sucedido. Me despedí de Martha y subí a mi casa, me puse el pijama rápidamente para no coger frío y enseguida salte a la cama. Antes si quiera de poder posar la cara en la almohada sonó mi despertador. Eran las siete de la mañana, tenía que ir a trabajar.

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