18 de octubre de 2014

Escrito en negro - Crónica negra con humor del mismo color

Colgaron a un elefante en Tennessee por matar a un pelirrojo. Le marcaron la jeta a Capone. Jack destripó a una ramera. Paco el Muelas le vendió a un primo un tranvía. Asaetaron a san Sebastián. Mataron al Jaro, que solo tenía un cojón. Al general Galtieri le salió corta la meada. Le hicieron un cuplé a un legionario. William Burroughs le voló la cabeza a su mujer. Norman Mailer acuchilló a la suya. Le dieron lo suyo a Rodney King; le zurraron los pasmas durante ochenta segundos y se volvió loca la jungla. El Lobo Feroz servía de garrafón. El Bizco del Borge miraba torcido y disparaba derecho. Lincharon a dos desgraciados en San José y se forraron los tasqueros. Se cargaron al Ringo en un burdel de Nevada; andaba guapeando a una coja. Perpetuaron el revés de Billy el Niño. En la calle de la Princesa vivía una vieja marquesa. La Dulce Neus enseñó las peras en el Interviú. El general Millán Astray era desmontable. Estamparon camisetas con la cara del caníbal y les pusimos nombres a los monstruos.



Tal que así... Tenía que empezar, sin dudarlo, con este fragmento que resume un poco lo que nos vamos a encontrar dentro del libro. Así, como se ve, el autor habla de muchas cosas, sin ningún orden en concreto -que yo sepa-, pero con sentido y conexión entre ellas. Olmos nos cuenta, como si de un colega nuestro se tratara, diversos sucesos relacionados con el mundo del crimen (asesinatos en su mayoría), con pelos y señales. Nos habla sobre esos criminales, sobre sus víctimas y sobre gente que "pasaba por ahí". Nos podemos encontrar con hechos que sucedieron durante el siglo XX, en algunos momentos del XIX, y pasando de puntillas por el XXI.
Aunque cuesta, verdaderamente cuesta -al menos a mí me costó- hacerse al estilo del autor: a su tono desenfadado, humor negro, irónico a más no poder, y faltón en ocasiones; al final te acostumbras, te acaba gustando. En un principio me interesaba lo que se contaba pero no podía con el tono, con la forma de narrar del autor; una vez me hice, me encantó todo, tanto forma como fondo.

A lo largo de la narración me encontré con casos que ya conocía: como los de Jack el Destripador, o Ed Gein; también conocí otros casos -la mayoría-, muy interesantes, que no conocía ni me sonaban de nada.

Martín Olmos no se mete de lleno en el suceso en cuestión, primero, empieza cualquier cosa que tenga relación con lo que quiere comentar, y enlazándolo de tal manera, que solo él sabe, acaba saliendo el quid de la cuestión. Utiliza una forma muy original de llegar a cada caso y de conectarlo con el siguiente.

Si te interesa la crónica negra, contada de una forma peculiar y cercana, sin "palabros", y escrita de forma clara y directa, muy de calle, esta puede ser una buena opción.

Escrito en negro (una tarde con la canalla)// Martín Olmos// Pepitas de Calabaza// Sinopsis// 224 páginas// 2014.

4 comentarios:

  1. Hola. Yo lo dejé a medias porque no le cogí "el puntillo". No me gustó nada y me pareció que esa forma tan directa de describir las diferentes historias era bastante "faltona" hacia las víctimas. Creo que son temas para tratarlos desde el respeto. Un saludo.

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    Respuestas
    1. A mí también me costó en un principio, pero luego te acostumbras. Y sí, en muchas ocasiones falta al respeto.

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  2. Me cuesta mucho este genero, pero me apunto tu recomendación, un beso!

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  3. No me atrae lo suficiente. La voy a dejar pasar. Un beso,

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